Cómo ayudar al desarrollo de la función ejecutiva
Padres y profesores tienen dos papeles importantes a la hora de ayudar a los niños y adolescentes, en general, para conseguir el desarrollo de sus habilidades ejecutivas. Lo mismo es aplicable a los jóvenes y adultos con síndrome de Down, en el grado en que puedan seguir arrastrando esta debilidad a lo largo de su vida. El primero es ayudarles a conseguir éxito en su vida diaria. El segundo es enseñarles las habilidades y estrategias que les permitan ser independientes a lo largo de su vida. Si sólo damos apoyos temporales, podemos reforzar la dependencia y la incapacidad aprendida o fomentada. Pero si no ofrecemos apoyos adecuados a corto plazo, los dejamos expuestos a fracasos académicos, sociales y personales con consecuencias a largo plazo. Lo que está claro es que todo programa de intervención debe ir enfocado a mejorar las habilidades cognitivas, conductuales y funcionales (con planteamiento centrado en la familia y el entorno).
Los jóvenes con síndrome de Down de hoy, frente a los de generaciones pasadas, consultan la programación de televisión, las guías de espectáculos, leen los menús de los restaurantes para elegir sus comidas y bebidas, elaboran los listados de sus compras y recados, leen y contestan mensajes y cartas, siguen las instrucciones de recetas de cocina y del funcionamiento de aparatos, leen las noticias diarias, las críticas de cine y espectáculos y los comentarios deportivos. Acceden a la información escrita en general y a la cultura leyendo periódicos, revistas, cuentos, novelas y otros libros. Han mejorado sus capacidades comunicativas —receptivas y expresivas—, sus posibilidades de interacción personal y sus habilidades sociales. Están más «inmersos» en el ambiente social al que pertenecen. Todo esto es razón suficiente para plantearse como objetivo enseñar a leer y a escribir a todos los niños con síndrome de Down. Lo excepcional será que alguno no pueda aprender. Antes de abandonar la enseñanza será necesario estar absolutamente seguros de que es imposible que aprenda, después de haberlo intentado con diferentes procedimientos.
El método que proponemos no es la «receta mágica» que hace posible un aprendizaje de la lectura y escritura en «quince días y sin esfuerzo». Tampoco es el único método válido, puesto que hay personas con síndrome de Down que han aprendido a leer con otros métodos. Sí podemos afirmar que es un método que ha demostrado su eficacia, es adecuado para lograr un aprendizaje grato, y con él se consiguen buenos resultados de comprensión, fluidez y afición lectoras.
Dificultades
de aprendizaje en niños con síndrome de Down
Como hemos dicho, cada
persona con síndrome de Down es diferente, con sus dificultades y habilidades.
No obstante, podemos encontrar una serie de características bastante
comunes que dificultan o retrasan el aprendizaje de estos niños y niñas:
*En general, el proceso
de aprendizaje es más lento.
*Suelen precisar de más
tiempo para conseguir los objetivos curriculares, lo que implica más años de
escolaridad.
*Presentan dificultades
con el procesamiento de la información: tanto en la recepción de la misma, como
a la hora de aplicarla a situaciones concretas.
*Les cuesta cor relacionar y
elaborar los conceptos aprendidos para tomar decisiones secuenciales y
lógicas
*Problemas para manejar
diversas informaciones, especialmente si se les presentan de forma simultánea
*Dificultades de abstracción
y de conceptualización por sus limitaciones cognitivas.
*Mayor facilidad para olvidar lo
aprendido.
*Escasa iniciativa y
pro actividad.
*Menor capacidad de respuesta
y reacción frente a los problemas y situaciones adversas.
*No suelen pedir ayuda cuando
no entienden algo o les cuesta llevar a cabo una actividad.
Tratan de evitar
enfrentarse a nuevas actividades o retos.
Estrategias didácticas
recomendadas
Las dificultades de
aprendizaje anteriormente mencionadas son subsanables o mejorables si se
utilizan una serie de recomendaciones y estrategias en la enseñanza de
los alumnos con síndrome de Down.
Dada su mejor percepción
visual, aprenden con mayor facilidad si se apoyan en signos, gestos,
señales, imágenes, dibujos, gráficos, pictogramas o cualquier otro tipo de
clave visual.
Aprovechar su alta
capacidad de observación y de imitación para favorecer y reforzar la
adquisición de los distintos aprendizajes, utilizando el denominado aprendizaje
por observación o vicario siempre que sea posible.
Su capacidad de
aprendizaje es continua, es decir, no se produce ningún parón ni estancamiento.
Esto debe ser aprovechado para, aunque sea en un mayor espacio de tiempo,
acabar consiguiendo las competencias planteadas.
Utilizar actividades y
ejemplos concretos para contrarrestar su déficit de pensamiento abstracto.
Es necesario aplicar
programas específicos de autonomía personal, entrenamiento en habilidades
sociales y educación emocional, dirigidos a promover su independencia.
En la mayoría de casos es
necesario confeccionar adaptaciones curriculares individuales, puesto que
en el aula ordinaria pertenecen al grupo de alumnos con necesidades educativas
especiales (NEE).
Al recibir la noticia de que nuestro hijo nació con síndrome de Down, lo primero que viene a la mente es “retraso mental”, una palabra que aprendí a quitar de mi vocabulario pero que tengo que aceptar que fue de las primeras cosas que se me vinieron a la cabeza cuando supe que mi hijo tenía síndrome de Down.
Por definición el coeficiente intelectual es: ” una puntuación, resultado de alguno de los test estandarizados diseñados para medir la inteligencia”; la pregunta sería ¿todos sabemos cual es nuestro coeficiente intelectual? NO, o al menos la gran mayoría de las personas que conozco no lo saben, afecta en algo? importa mucho? NO LO SE y francamente ahora no me interesa, un número bajo, medio o elevado de CI (IQ) no hace mejor ni peor persona, es una simple forma de medir “la inteligencia”, pero con esto no medimos como nos irá en la vida, que tanta aceptación, convivencia, éxito, independencia o desarrollo tendremos en el futuro.
Coeficiente intelectual
Al recibir la noticia de que nuestro hijo nació con síndrome de Down, lo primero que viene a la mente es “retraso mental”, una palabra que aprendí a quitar de mi vocabulario pero que tengo que aceptar que fue de las primeras cosas que se me vinieron a la cabeza cuando supe que mi hijo tenía síndrome de Down.
Por definición el coeficiente intelectual es: ” una puntuación, resultado de alguno de los test estandarizados diseñados para medir la inteligencia”; la pregunta sería ¿todos sabemos cual es nuestro coeficiente intelectual? NO, o al menos la gran mayoría de las personas que conozco no lo saben, afecta en algo? importa mucho? NO LO SE y francamente ahora no me interesa, un número bajo, medio o elevado de CI (IQ) no hace mejor ni peor persona, es una simple forma de medir “la inteligencia”, pero con esto no medimos como nos irá en la vida, que tanta aceptación, convivencia, éxito, independencia o desarrollo tendremos en el futuro.
Algunos de los servicios que proporcionamos a los menores de 6 años son intervención temprana, orientación a padres, apoyo a la inclusión educativa y estimulación multisensorial, entre otros.
Intervención temprana, orientación a padres, apoyo a la inclusión educativa, estimulación multisensorial
Intervención temprana, orientación a padres, apoyo a la inclusión educativa, estimulación multisensorial.
Sindrome de down en la edad adulta
El síndrome de Down en adultos: Cómo mantenerse saludable
¿Se necesitan chequeos regulares con un médico?
Los adultos con síndrome de Down necesitan atención médica regular. Tal vez, usted tiene un hijo, un hermano o una hermana adultos con síndrome de Down. Su pariente necesita la misma atención preventiva que un adulto que no tiene síndrome de Down. También ayude a su pariente a que se realice una prueba de detección de problemas médicos especiales que son más comunes en las personas que tienen síndrome de Down. Por ejemplo, un médico debe examinar a su pariente para detectar enfermedad tiroidea, artritis y problemas en la visión, la audición y la columna cervical.
Los síntomas similares a la enfermedad de Alzheimer (un tipo de demencia) se producen en las personas que tienen síndrome de Down a una edad más temprana (por lo general, entre los 30 y los 40 años). Estos síntomas incluyen pérdida de la memoria y cambios en la personalidad. No suponga de inmediato que el cambio en su pariente es provocado por la demencia. Puede haber otro motivo que cause el cambio en la conducta. Hable con su médico sobre sus inquietudes.
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